Es
el esencialismo y reduccionismo de René Descartes el que ha tenido un impacto
mayor desde el siglo XVII hasta nuestros días. Descartes era de la opinión de
que cualquier investigación científica debería proceder descomponiendo el
objeto o sistema de estudio en sus partículas más simples hasta encontrar
aquella que contuviera la más simple de todas las propiedades, la que no
tuviera más necesidad que de sí misma para explicarse, prescindiendo de toda
relación con su entorno. Siguiendo a Descartes, se encontraría que las
propiedades de un sistema serían esas propiedades esenciales de la partícula
fundamental, las cuales se transmitirían a través de todos los niveles
ontológicos del mencionado sistema.
Con
base en este principio se desarrollaron las investigaciones de la física
clásica, y de la química, que sostenía la esencia de átomos primero y después
de partículas subatómicas para explicar el comportamiento último de la materia.
En las ciencias sociales, Thomas Hobbes y Adam Smith, entre otros, pretendieron
encontrar en una supuesta esencia egoísta y competitiva del ser humano, la base
de toda organización social, siendo la producción de mercancías y la propiedad
privada lo que daría contenido, sentido a esa esencia. En las ciencias de la
vida, numerosos biólogos se afanaron por encontrar las propiedades esenciales
de cada grupo de organismos, por ejemplo, en sus aparatos reproductores. Darwin
se apoyó en esencialismos de la economía política, principalmente de Thomas
Malthus, para explicar la evolución biológica en función de las habilidades
diferenciadas de cada especie para competir por los escasos recursos, causados
por un supuesto desequilibrio eterno, esencial entre medios de subsistencia y
crecimiento poblacional.
El
cuestionamiento al esencialismo, ha ido mostrando la base ideológica que en
múltiples casos tiene la asignación de esencias a los objetos de la ciencia.
Esta ideologización produce fuertes limitaciones, dogmatismos y fetichismos que
están sirviendo a los intereses de los grandes consorcios multinacionales, a
los Estados que los sostienen y a ideologías opresivas cada vez más salvajes.
La
ciencia contemporánea debe pugnar por un cambio claro. En vez de estarse
buscando arbitrarias cualidades esenciales, es preciso enfocar la investigación
científica a la comprensión de las relaciones en los sistemas de estudio, como
el punto de partida. Es a partir de esto como una ciencia refundada podrá
contribuir a la resolución de los acuciantes problemas mundiales
contemporáneos.
EXELENTE
ResponderEliminar